Un basquetbolista berissense en el Viejo Continente

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A propósito del reciente retiro de Leo Zanassi, en este perfil revivimos la ocasión en la que el berissense estuvo en nuestro programa de radio. Sus logros en La Liga y su trayectoria internacional. Un hombre que hizo historia para el básquet platense y quedará en la memoria de todos.

|Por Alejandro Malky/@alemalky | Foto: Carolina Salguero

Pasaban las diez de la noche del viernes y ese cartel rojo de “al aire” que suele encontrarse en los estudios de radios se enciende. En Radio La Plata, el micrófono se abre y Diagonal al Aro repasa los eventos más relevantes del básquet en la región. Esa emisión cuenta con un invitado especial, el único basquetbolista profesional que ha nacido en Berisso, Leo Zanassi

Al atravesar la puerta y entrar al estudio, Leo tuvo que agacharse por su metro noventa y tanto de altura. Lejos de caracterizarle la soberbia justificada que un deportista con tantos pergaminos debería tener, la humildad que demuestra Leo al hablar de su carrera apacigua su propio orgullo. La charla con él dura unos 40 minutos, lo que más captó la atención fue su vida en Europa: “no se compara la vida en Argentina con la de Europa, aunque toda la vida viviría en mi país”.

Leonardo Zanassi nació hace 44 años 39 en Berisso, provincia de Buenos Aires, aunque afirma que La Plata es su ciudad en el mundo. Comenzó en las categorías menores de CEyE de Berisso. A los 15 años, Boca lo reclutó, y a partir de ahí su carrera fue en ascenso constante, debutando en la primera del xeneize y sumando cada vez mayor experiencia tanto en la Liga Nacional, el Torneo Nacional de Ascenso y la Liga B, actual Torneo Federal.

Tras su paso en Boca, Leo jugó en otros grandes del básquet nacional como Peñarol de Mar del Plata, Ferrocarril Oeste de Capital Federal y Regatas de Corrientes. La gente recordaría a Zanassi en La Liga por una noche de febrero de 1997, cuando fue imparable detrás de la línea de tres, encestó 13 triples y marcó un record que se sostuvo por 13 años.

En Julio de 2003, Leo decidió que era el momento indicado y se fue al club Basket Urbania, de la C2 de la liga de aquel país, teniendo una estadía de 8 años en tierras tanas.

Foto: iltirreno.gelocal.it

Sorbo y sorbo de mate, la conversación es amena y responde con cortesía las inquietudes de los periodistas en el estudio. Palabra tras palabra se nota que el hombre tiene experiencia sobre el parquet. “Estoy agradecido al básquet, porque gracias a él conocí el mundo” es lo que más resuena y remarca.

 “Todo lo que consiguió Leo se lo ganó él mismo, nadie le regaló nada. Siempre fue trabajador, estaba siempre encima de todos sus defectos para pulirlos. Es una persona admirable” expresó con total firmeza Gustavo Pérez, el “Corcho” como es conocido en el ambiente del básquet platense, quien fue su primer técnico en CEyE. También por la mano Pérez regresó al país y se puso la camiseta de Estudiantes, y así alargar su carrera profesional por 3 años más.

Arrancamos la charla con su llegada a Europa, “nos decidimos con mi esposa irnos para Europa. Era fundamental que ella fuera conmigo. Es el motor de toda excursión que yo hacía con el básquet. Necesitaba cambiar de aire e Italia era una buena opción”.

Esta nueva aventura en su carrera, la diferenció de su llegada a Boca, cuando tenía 15 años: “El irme solo a Capital Federal fue un momento difícil al estar solo lejos de mis padres por primera vez. En este caso, el apoyo y la compañía de mi familia significó algo fundamental en esta aventura que arrancamos a desandar juntos”, resaltando la palabra juntos, como lo fundamental a lo largo de toda su carrera deportiva.

“Al llegar a Italia, noté la gran diferencia que había con Argentina, pero en la actualidad todo se ha acercado, al menos deportivamente, gracias a la Generación Dorada”. En cuanto a la organización y al torneo en sí, Leo explicó que hay pocos campeonatos que se comparen en estos aspectos, al destacar el gran trabajo que realizan los organizadores.

Cuando era juvenil en Boca, momento en el que recién hacía sus primeras armas en la Liga Nacional de Básquet, tuvo la posibilidad de pasar a Europa. En este caso, la declinó: “Sabía que no estaba preparado, me faltaba aprender muchísimo por aprender antes de pegar el salto”. Es claro que esta posibilidad siempre estuvo, ya fuera como juvenil como un jugador maduro de la Liga Nacional.

-No fuiste a la Lega (Primera categoría del básquet de Italia), como los que sabemos de básquet conocemos, sino a la C2, una categoría del ascenso-, le comenta el conductor del programa.

-Exactamente, desarrollé mi carrera en el ascenso de Italia. Allá me encontré con un básquet competitivo. En la C2 tuve la oportunidad de salir campeón con el primer equipo que estuve en el primer año, el Basket Urbania.

Luego de este campeonato, por la forma en la que estaba estructurado el básquet Leo tuvo que cambiar de equipo porque no aceptaban extranjeros en la categoría que estaba más arriba de la C2. Esto, lejos de bajar sus ánimos y hacerlo pensar en una posible vuelta, lo llevó a seguir jugando en el Viejo Continente.

 “Seguí viviendo en Lamarquia y me fui a jugar a Cagli, un equipo que estaba a 20 Km. de donde vivía. Con ese equipo perdimos la final. Terminábamos la temporada y nos volvíamos con Franco (su hijo mayor) y Natalia para la Argentina”. Además, refleja algo que es habitual en todos los jugadores provenientes de estas latitudes: “Siempre se daba que nos íbamos de Italia en invierno y llegábamos a la Argentina en invierno” por 6 años consecutivos, a Leo se le impediría disfrutar del calor veraniego.

“Es uno de esos tocados por la varita mágica. En La Plata nunca vi a nadie con tanto talento, pero también con tanto laburo y dedicación para el básquet” afirma Andrés López, un periodista de la ciudad.

Luego de estos 6 años, se le dio también el nacimiento de Matteo, su segundo hijo. Aunque ante esta situación por la mente de la familia Zanassi ya sobrevolaba la idea de la vuelta a la Argentina, ese no sería el momento. En una de sus vacaciones en la Argentina, su representante lo llamó. Tenía la posibilidad de seguir en Italia, pero en un equipo ubicado del otro lado del Mar Adriático. “Era una buena oportunidad porque el clima era otro, estábamos cerca de las playas de ese lugar y no lo dudamos” explica Leo, demostrando que las decisiones eran siempre consensuadas y tomadas en familia, precisamente con su esposa, Natalia.

Zanassi fichó primero para San Severo, luego pasó a San Vicenzo, y finalmente a Venturina: “Una ciudad muy linda que estábamos cerca de todas las ciudades importantes, como Pisa y Firenze. Tenía 7000 habitantes y mi mujer trabajaba en una distribuidora de frutas y verduras”. La pareja estaba al servicio del mismo hombre, pues el dueño de la verdulera también era el presidente del club.

En esa etapa, la rutina de Leo consistía en quedarse en casa hasta el mediodía, cuidando a sus hijos, y luego ir a entrenar después de que su esposa llegara de trabajar.

En Europa, el berissense no solamente se desempeñó como jugador de básquet, sino que además se formó como entrenador del deporte de la pelota naranja. En Venturina entrenó a la categoría mini. Un trabajo que continuaría hasta la actualidad, ya que entrena a las divisiones inferiores del club Hogar Social de Berisso. “Me pone contento este trabajo en Hogar, porque es algo que me gusta y me apasiona, el poder seguir ligado al básquet de ese modo”, esboza una sonrisa y nos hace entender esa parte del deporte en la que se vive para transmitir y compartir a los demás.

La decisión de regresar se debió a que sus hijos crecían, Franco arrancaba la escuela primaria y Matteo el jardín de infantes, y Leo quería volver a sus raíces y terminar de criar a sus hijos en su tierra, con los suyos

– ¿Qué te dejó cada experiencia en los clubes italianos? -, una de las últimas preguntas que se le hacen en el programa

-Cada club me dejó amigos, un montón de experiencias que me enseñaron cosas importantísimas en la vida. También me sirvió para madurar como persona. Por otro lado, estos años me sirvieron para ver el gran valor de la familia y el matrimonio, que me bancaron y dieron una mano cada vez que lo necesité.

El mate se termina y el programa va llegando a su fin, los micrófonos se apagan y queda la satisfacción de haber podido tener una charla inmejorable con un personaje histórico del básquet de la ciudad de La Plata. Cada momento que rememoró lo hizo volver atrás con nostalgia, con los ojos brillosos llenos de recuerdos.

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