Reflexiones para los basquetbolistas encerrados

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A los deportistas amateurs nos mueve la pasión. La cuarentena pone en valor el significado de los grupos y el rol de los clubes en la socialización de sus jugadores y jugadoras. Ideas y estrategias para bajar la ansiedad por volver a jugar mientras estamos en casa.

|Por Nazareno Lanusse/@chinolanusse – Periodista y jugador de Círculo Penitenciario

Faltaba una semana para el debut, ya estábamos casi listos. La parte dura de la pretemporada en febrero había quedado atrás, los amistosos eran cada vez más frecuentes, y las prácticas de básquet se ponían cada vez más picantes. Los sistemas de juego ofensivo y las defensas se repetían todas las prácticas, las típicas charlas de principio de año con las especulaciones sobre el fixture, los planteles de los equipos de la zona, los candidatos y rivales directos eran cada vez más frecuentes, y ya más de uno tenía las zapas nuevas listas para el estreno.

De repente, lo inesperado. “Circunstancia excepcional”, “se suspende hasta próximo aviso”, “causas de fuerza mayor”, iban diciendo los diferentes comunicados de las distintas asociaciones y federaciones de básquet local, provincial y nacional. Primero la NBA, después los JJOO, la Copa América de Fútbol, cada suspensión era un cachetazo para nuestra ilusión de comenzar el torneo. Hasta que llegó el comunicado de la APdeB, luego el de los clubes. Ya ni siquiera podríamos ir a tirar al aro solos, o en pequeños grupos como muchos veníamos especulando.

Ahí comenzó todo. Nadie puede salir de su casa, sólo para ir al supermercado o situaciones excepcionales. Lejos, muy lejos estamos de poder volver al club a entrenar, y más aún de poder jugar un partido oficial. Así nacieron estrategias de acercamiento de las más diversas, pero todas con una cuestión común general: la virtualidad.

Es sabido que lo digital acorta tiempos y distancias, entonces todos los profes y entrenadores están buscando las formas de mantener el contacto fluido con los planteles. Rutinas por WhatsApp, entrenamientos por videollamada, reuniones de equipo por zoom, todo apuntando a que la transición de cuando llegue el día de volver a encontrarnos sea lo menos dolorosa posible, tanto en términos físicos como emocionales.

Si hay algo que caracteriza al deportista amateur es la pasión por lo que hace. Para nosotros el básquet no es sólo jugar y competir, si no que es formar parte del algo, el esfuerzo físico que realizamos, es en la mayoría de los casos, para encontrar la tranquilidad mental. Todos trabajamos, estudiamos, cumplimos horarios y obligaciones durante el día (algunos ganarán unos mangos por jugar, pero casi nadie vive de eso). Son las ocho de la noche y hay que ir al club. En ese momento no hay cansancio, problema laboral, parcial desaprobado o mal humor que valga, todos casi sin pensarlo, de manera automática nos vamos a entrenar.

En este contexto, de manera sorpresiva y abrupta, nos quedamos sin eso que es difícil de explicar. Ahora estamos todo el día en casa y la hora de irnos a entrenar no llega nunca. Porque jugar al básquet es formar parte de algo, encontrarnos, tomar mate antes de entrenar, en el gimnasio, charlar mientras elongamos en mitad de cancha, mientras nos duchamos o hasta altas horas de la madrugada, con cena y birras de por medio, maquinando por un partido cualquiera. Todos esos pequeños momentos en tiempos de confinamiento, pasaron a ser más importantes en nuestras vidas que entrenar, jugar o ganar.

La típica frase de “no se valora lo que se tiene hasta que te lo quitan”, resulta muy acertada. Podremos valorar mucho más el día a día cuando todo esto termine, pero el mientras tanto hay que transitarlo con la estrategia que a cada uno le siente más eficiente. Las reuniones virtuales, en parte, sirven para hacer lo que hacíamos ese rato antes y después de entrenar, podemos charlar y ver cómo estamos, es cierto que en tiempos de distanciamiento físico y espacial, pueden aparecer acercamientos de tipo emocionales, y aprovechar para conocerse mejor entre las y los miembros del equipo.

Al mismo tiempo los entrenamientos individuales nos despiertan algunas facetas en las que quizás nunca hubiéramos prestado atención de no ser por estas circunstancias. Quienes tienen un aro en la casa, se han reencontrado con los viejos juegos de lanzamiento de la infancia en el patio, y los ejercicios de técnica individual y dribling son los grandes eventos basquetbolísticos de la semana. En la parte física, encontrar el momento para entrenar solo y encerrado puede resultar un gran duelo interno, luego si se tiene la posibilidad de ver videos para reparar en cuestiones tácticas individuales y de equipo puede resultar muy gratificante, para ayudar a que, a la hora de la vuelta, podamos encontrar la mejor versión de nosotros mismos.

En fin, nada ni nadie nos sacará la manija de volver al club. Pero todo este tiempo de aislamiento puede servirnos para valorar lo que significa ese momento de encuentro. Ahora es tiempo de bancar, porque cuando todo esto haya pasado, ya nada será lo mismo. Ya no seremos los mismos. Por eso, el día que nos toque poner las zapas en el bolso de nuevo y estemos pasando por la puerta del club, pensemos en esas abdominales que hicimos en el living de casa, sonriamos, y disfrutemos de lo lindo que es jugar al básquet.

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