La Vuelta

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Hace un tiempo la espera terminó, desde hace unos meses los equipos platenses pudieron entrenar otra vez. Unos pararon para las fiestas, otros siguieron sus actividades sin pausas. Todavía falta saber cómo será la competencia. Siguen siendo tiempos difíciles, pero hay una certeza y un horizonte: La naranja está de vuelta.

|Por Diego Mayorga Díaz /Ig: @mayorga.diaz

Una segunda semana de febrero del 2020

Establezcamos un escenario en común y su lugar: el club. Es de noche, desde hace un rato las luminarias se han encendido. El silencio, que meses atrás preponderaba en las instalaciones, está siendo reemplazado por el sonido del pique de pelotas de básquet, el resbalar de las zapatillas contra el parquet, las indicaciones a voz alta de un entrenador y las conversaciones entrecortadas por ejercicios que tienen los jugadores mientras entrenan. A la entrada, un colaborador -cuya gentileza siempre se tiene que agradecer-, te solicita una declaración por escrito en la que juras estar sano, te pide que extiendas el brazo para la toma de temperatura y te indica cómo desinfectarte.

Todo lleva la marca de la época. La regla es ver en el club carteles que señalen los cuidados a tener en cuenta: barbijo, distancia, limpieza constante.

Rociadores de alcohol y el deporte en el fondo, una imagen contemporánea.

De a poco, y con la certeza de una competencia de la que todavía se hace esperar, el retorno se está dando. El entusiasmo y la motivación son notables en el ambiente. Y lo que siente es la  alegría por volver a compartir un espacio deportivo y social, que es importante en el desarrollo de cada persona que frecuenta su club, una segunda casa.

Tanto al lector como a este reportero gráfico, que se atreve a escribir este artículo, le hubiese gustado hacer una revisión de lo normal: la preparación de los planteles, el mercado de pases y otras novedades particulares. Sin embargo, tiempos extraordinarios, con medidas extraordinarias, requieren repasos extraordinarios.

Los días que nos cambiaron

El jueves 13 de marzo del año pasado parecía ser otro día normal. La gente circulaba en la calle sin problema y en todo tipo de eventos se permitía un aforo completo para su público. En términos de básquet, La Liga Argentina estaba en plena segunda ronda -Gimnasia venía en alza, dando más resultados positivos que negativos-, el Torneo Federal entraba en la última parte de su fase regular -Con Estudiantes apuntando alto para los playoffs y un Unión Vecinal resignado a luchar por la permanencia en la ronda de playout-, y a nivel local, el torneo Femenino estaba a tres días de iniciar.

Al mismo tiempo, la OMS ya había declarado la pandemia y los primeros casos de la Coivd-19 se presentaban en el país. El problema, la crisis, se veía solucionable a un corto plazo. Nuestras vidas, nuestra rutina y nuestra manera de relacionarnos con los demás iba a cambiar por completo. En menos de 72 horas nos íbamos a quedar sin el básquet.

Día siguiente, viernes. Son las 4 de la tarde y, de todas las asociaciones a nivel provincial, la Asociación Platense de Básquet es la última en suspender actividades deportivas. Todos los torneos locales, de todas las categorías, que iban a iniciar el sábado, quedan en un parate hasta que sea segura la presencia del público. En menos de 12 horas, la Liga Argentina pasa de permitir partidos a puertas cerradas a directamente no jugarlos. Lo del Torneo Federal es caos, se toma la decisión de jugar sin público, pero hay equipos que no quieren viajar porque ya no es seguro.

Sábado, las canchas en La Plata están vacías y el silencio toma su lugar.

Unión Vecinal jugó su último partido de Torneo Federal frente a Zárate Básket el domingo, de visitante. El Amarillo puede viajar. Durante el trayecto de ida, algunos jugadores hablan de la situación, de las noticias, del hombre que regresó de Italia y golpeó al portero de su edificio porque no quería cumplir la cuarentena, que el gobierno había implementado para los recién llegados al país.

Los jugadores de Unión Vecinal se despiden de sus pares de Zárate. Sin saberlo en el momento, este es el último partido que jugó el Amarillo y la última cobertura de este medio a nivel competencia.

Antes del partido, el club avisa que cierra sus instalaciones en calle 9 provisoriamente. Al final del encuentro, el equipo de prensa improvisa con los jugadores un anuncio en video de cómo cuidarse. “Al coronavirus le ganamos entre todos”, afirma Mariano García al final. Es una frase que viene resonando desde hace poco y que días después se compartirá en la tapa de los diarios con una pequeña variable: “Al virus lo frenamos entre todos”.

El lunes la CABB suspende todas sus actividades, incluido el Torneo Federal.

Alberto Fernández anuncia que a partir del viernes todo el país entra en cuarentena, prohibiendo toda actividad que no sea esencial. El término “Distanciamiento Social” se incorpora a nuestro vocabulario cotidiano. Salir a la calle es una experiencia extraña.

La Quincena tras otra quincena que nos trae hasta el hoy

Pantalla en negro, apagada. Se enciende y aparece la información de arranque del sistema operativo. Luego, en el inicio, una aplicación, un programa, que ha sido bastante popular durante los últimos días, es la plataforma que mantiene conectados a los jugadores con sus entrenadores. ZOOM. “Ni bien comenzada la pandemia nos manejamos vía zoom con charlas con especialistas, médicos deportivos, periodistas, entrenadores de otros deportes”, dice Guillermo Bordogna, entrenador de Meridiano V, mientras se despide de sus jugadoras durante la práctica del pasado miércoles.

Durante la cuarentena, la virtualidad fue la regla. Repasando las redes sociales de los clubes, es normal ver resúmenes en video de cómo se entrenaban en sus casas, con lo que tenían a mano, como indica Roberto Milillo, de Sud América: “Empezamos todo por Zoom”.

El problema es que, por más que se emule una práctica en condiciones normales, lo virtual se queda corto ante lo presencial en el ámbito deportivo.

Continúa Milillo: “El entusiasmo fue cayendo de a poco y en junio ya éramos pocos, por lo que intentamos buscarle la vuelta”, a medida de que fue pasando el tiempo y de que la gente se dio cuenta que la vuelta a lo normal iba a tardar, el desgaste fue notable. “En principio había una merma ya y a partir de mediados de año no estuvo trabajando por cansancio y un montón de cosas. En menores también se dio y la merma fue importante”, relata Javier Boero, quien dirige la primera de Universal, viendo a sus jugadores hacer ejercicios de 3 contra 3. En esa misma línea, Pablo Mattarolo, de Reconquista cuenta que “Con el pasar del tiempo las ganas se fueron yendo y ahora estamos tratando de reflotarlas”.

Roberto Milillo, DT de la primera de Sud América, observa los ejercicios de los jugadores con los que ha venido trabajando desde hace unos meses.

No todo tiene que ver con lo deportivo, para los clubes, lo más importante es su rol de contención, del vínculo social y humano que se genera en toda interacción social. “Durante la cuarentena no hicimos más que algunas reuniones por Zoom, muy pocas y nada que ver con lo basquetbolístico, sino con lo humano, para ver cómo andábamos, de la misma manera que se hacía a nivel personal, cuando estábamos al tanto de que alguno estaba bajoneado”, menciona Ignacio Navazo, DT de Unión Vecinal. Para Roberto Millillo: “El grupo a mi me demostró que fueron super responsables, se cuidan, cuando había que respetar el protocolo a rajatabla lo cumplieron. Los pibes quieren jugar, necesitan del club más que nada psicológicamente. El club es social, su función es fundamental”

Más allá del deporte, Guillermo Bordogna también reflexiona: “En esta situación todos estuvimos al pie del cañón para aportar en lo que se pueda. Nos hizo dar cuenta de un montón de cosas que no hacíamos del todo bien y entre todos nos llevó a unificar un montón de pensamientos y encaminar al club todos para el mismo lado”.

Entre el deporte y lo social, la APdeB y sus clubes se hicieron presentes con la acción solidaria y la planeación del fortalecimiento de las selecciones de básquet de la ciudad. “Hicimos lo del arroz solidario, cuyo ingreso se fue en donaciones. En lo deportivo establecimos un convenio con el club Universitario para que sus instalaciones sean usadas en los entrenamientos de todo lo que tiene que ver con selecciones”, puntualiza Angel “el Pichi” Cerisola, presidente del ente máximo de básquet en la ciudad.

En aislamiento, fue notable el esfuerzo de los clubes por mantenerse económicamente. Pizzas, dulce de leche, bolsones de verdura, colectas de ropa y comida para los más desfavorecidos, fueron algunas de las iniciativas que llevaron a cabo. “Todas esas cosas las hicimos tratando de solventar sobre todo los sueldos de los profesores, que se les ha podido pagar algunas veces el 70% y otras el 60%. Pero se hizo cuesta arriba”, afirmó Mariano Salgado, presidente de Reconquista. 

La peor crisis fue la de Universal. En los meses de agosto y septiembre, en la Cueva no encontraban la manera de solucionar la difícil situación financiera que se afrontaba, consecuencia de la época. Números en rojo. En calle 25 supieron llegar a buen puerto gracias al empeño de socios, jugadores, difusión en los medios y gente afín, que evitaron el cierre de uno de los clubes con las mejores categorías inferiores de la ciudad. “Fue un golpe duro que por suerte tuvo eco y a través de algunos aportes de socios pudieron mantener al club abierto”, para Javier Boero, ha sido un alivio poder seguir trabajando en el espacio que lo vio crecer.

Demián Fulgenci, en Universal, con un doble largo en una práctica de uno contra uno

Escuché la pelota picar, y ahora…

De antemano pido disculpas por quebrar algunas reglas que me inculcaron en mi querida Facultad de Periodismo: narrar en primera persona, excederse con las apreciaciones personales y apelar a los clichés.

Vamos de vuelta al escenario en común del primer párrafo del artículo y hagámoslo particular. Es lunes por la noche y en Reconquista Nicolás Humbert bromea acerca mi presencia en el club: «¿Por qué venís, nos extrañás?». «Sí, un montón», le respondo mientras se acerca a la mitad de la cancha para recibir indicaciones del próximo ejercicio.

En la R, como en el resto de clubes, para ejercitarse los jugadores tienen que ir con la ropa de entrenamiento ya puesta, llevar su propia botella de agua y siempre tener disponible un sachet de alcohol gel para repasar constantemente por sus manos. Para sentarse, deben mantener un banco de separación y el uso de los vestuarios se mantiene muy reducido o prohibido. Solo pueden retirarse el barbijo en el momento de la práctica. Entre sesiones de entrenamiento, se rocía alcohol a las pelotas, conos y otros elementos que hicieron parte de este.

La «pistolita» de toma temperatura. Cuestiones de protocolo para entrar.

En Universal, el jueves Javier Boero espera de ahora en adelante que “Si vamos a la parte deportiva estamos pensando ya en querer competir lo más rápido posible. Por ahí no en un torneo que haya ascenso y descenso, pero si en un torneo que permita el regreso de los chicos que no están y levantar la moral de la gente, porque uno hace esto por pasión y la idea es tratar de llevar lo que se hace en los entrenamientos al día de juego”. la idea general de todos los jugadores y entrenadores es una competencia pronta. Eso es lo que más se extraña, la arenga del entrenador antes de arrancar el partido, todos saludándose entre sí para luego formarse en el círculo del central del parquet a la espera de que la pelota sea impulsada al aire. El inicio de un partido.

“La idea es aprovechar todo el tiempo que se pueda para venir. Desde que se habilitó no paramos de entrenar”, señala Guillermo Bordogna. Al final del entrenamiento de la división Femenina del club, algunos jugadores de diferentes categorías, U-19, mayores y maxibásquet se preparan para el siguiente turno, que más que un entrenamiento, es una actividad recreativa, un picadito. Todos quieren jugar.

En Sud América, Roberto Milillo ya piensa en el armado del plantel, con el compromiso por el juego como consigna: “Vamos a ver cómo se plantean. Lo que hablé cuando agarré la primera de vuelta era darle importancia a los jugadores del club, que se ganen los minutos los que realmente tienen ganas de jugar”.

El viernes en Unión Vecinal ambas canchas, la de concreto en el frente y el parquet en la parte de atrás, estaban llenas. Tres categorías entrenando al mismo tiempo con dos tipos de pelotas diferentes, la Spalding -con la que se disputa la competencia local-, y la Molten -característica del Torneo Federal-. Lamentablemente para el Amarillo será una temporada diferente. Acostumbrado a ser un animador de la tercera división del básquet argentino, el subcampeón de lo que alguna vez fue la Liga B, decidió no jugar esta temporada y darle prioridad a mejorar sus instalaciones. “Es un torneo diferente, en el que se tenía que poner demasiado dinero para participar.. te exigen un montón de protocolos muy costosos, muy difícil para los clubes. La gran mayoría que quedan son de fútbol o tienen alguna ayuda municipal. Lo veo bien, no era un momento para que el club arriesgue tanto por tres meses que no se sabía para qué se jugaba”, sostiene Mariano García, uno de los referentes deportivos del club.

Ante la ausencia de Navazo, Cesar Adriani se encargó de dirigir el entrenamiento de la primera de Unión Vecinal el viernes.

Para el momento en que escribo las líneas que concluyen este texto, seguimos en medio de una era que esperemos no repetir. Entrar a ver un entrenamiento es surreal, casi un sueño: distancia, barbijos, carteles, barrera tras barrera, el saludo con el puño. Un conjunto de elementos que nunca se van a naturalizar, porque aunque falte que esto se termine, es imposible que sea eterno y la esperanza siempre va a quedar. La paciencia también, aunque es difícil admitir que se todavía se necesita.

Sobre volver, Navazo dice que: “Creo que muchos nos vamos a dar cuenta que a veces nos preocupamos por cosas que no nos interesan por la felicidad que nos genera estar dentro del club compartiendo con el equipo y el básquet. Creo que es lo que va a pasar por un tiempo, después volveremos a lo de siempre, es que no nos estamos fijando en detalles que son superficiales y estamos disfrutando de lo que realmente nos llevó en su primer momento a estar dentro de un club, que es el compañerismo, la camaradería, el club y el básquet”.

A Definir

En el transcurso de la semana se concretará una propuesta de competencia, que se espera para marzo o abril. “Todavía no nada oficial y hay que tomar en cuenta que nos encontramos en el AMBA, y por eso nos vemos atados a una realidad distinta a lo que es Junín o San Nicolas, que están volviendo a competir”, aclara Cerisola. Por parte de Provincia, también se tratará de llegar a un acuerdo para arrancar con la Liga Junior, que disputan varios equipos de la ciudad. Estaremos publicando novedades.

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