¿A quién le cabe en la cabeza que se cierre un club hoy en día? Las redes sociales, la consciencia que se logró instalar en las últimas décadas, sobre la importancia en el día a día los clubes sociales y deportivos, que mantienen a los pibes alejados de los peligros de la calle y no solo eso, sino que también forjan su identidad, esos valores que a toda gente de bien le gusta pregonar. ¿Quién en su sano juicio no quiere ver a sus hijos disfrutar y hacer amigos en un club? Hoy en día nos lamentamos eso, pero para las autoridades de ese momento, mediados de los ´90, pareció poco importarles.
|Por Javier Toledo/@javitoledo20
La historia del Club Mutual y Deportivo YPF fue de la mano del crecimiento de la empresa estatal. La destilería y refinería Enrique Mosconi, fue clave para el desarrollo de la actividad económica de la región. El proyecto comenzó a comienzos de 1925 y el 23 de diciembre de ese año inauguró sus actividades.
El club fue también la iniciativa de los trabajadores, para que los mismos tengan un espacio para la práctica activa del deporte. En consecuencia de ello, con el impulso que el estado le dio a la empresa, la institución deportiva también creció. El predio era del Puerto La Plata, cedido, no pagaba entonces alquiler. La luz, el agua y gas, eran provistos por la refinería, por lo tanto, no tenían gastos en servicios públicos.
Todos los ingresos eran para financiar las disciplinas, mantener al personal, que no era poco, y mejorar la parte edilicia.
Las épocas doradas se sustentaron en estas bases. Pioneros en la inauguración del jardín de infantes, dueños de un estadio para 4.000 personas que disfrutaron de campeonatos de básquet local como provincial, era impensado prever un final tan catastrófico.
Pero la llegada de las políticas económicas neoliberales, que hicieron estragos a nivel nacional, no dejaron al viejo ya por esa época, Club YPF sin daños. La sociedad entera, tanto local como nacionalmente, vivió una anestesia eterna, donde nos quitaron desde lo más grande a lo más ínfimo, a nivel económico y social. La privatización a diestra y siniestra dejó en la calle a miles de chicos de Ensenada y Berisso que pasaron incontables años en esas piletas de antaño.
Echar culpas a esta altura de la vida es como esgrimir insultos al aire, no sirve para nada. Sino mirar para adelante y pensar en que aún queda vida en Baradero 778, con estructuras que aún pueden ser restituidas y albergar a las generaciones venideras. Ya han habido intentos de levantar el Club en 2008, 2009 y recientemente se supo que se tiene en carpeta reactivar la vida social y deportiva de la sede. Hace falta reactivar ese espíritu que tuvieron los trabajadores, muchos de ellos extranjeros, en 1925 de tener un lugar propio para que los pibes puedan desarrollarse. El apoyo del estado es importante, pero no hay que quedarse con que eso es únicamente lo que llevará adelante los sueños de la gente. La comunidad toda debe ponerse en acción y generar los espacios de entendimiento para dar cuenta del potencial parado que se está desaprovechando. Nadie sabe con qué próximo Manu Ginobili, Geogina Bardach o algún deportista destacado puede surgir de este tipo de canteras.
La posibilidad está. Las ganas, también. Será momento de poner manos a la obra y quedar en la historia como la generación que levantó a un club tan querido de las ruinas.
En Diagonal al Aro desde 2013. Licenciado en Comunicación Social con orientación en Periodismo en 2018. Técnico en Periodismo Deportivo recibido de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social en 2016. Jefe de Prensa de Unión Vecinal de La Plata desde 2015. Jefe de Prensa de la Federación de Básquetbol de la Provincia de Buenos Aires hasta 2021. Redactor en Básquet Plus desde 2021.