La derrota de Argentina fente a República Dominicana, no solo dejó a la selección sin Copa del Mundo, sino que reabrió una herida que va mas allá de lo deportivo.
Hoy con el duro traspié hay que intentar masticar la bronca y, a su vez, empezar una transformación en pos del básquet nacional.
Es innecesario pararse sólo desde el lugar de la derrota deportiva, caerle a los jugadores por no terminar de redondear una victoria que estaba al alcance de la mano cuando, en definitiva, son ellos los que dieron la cara e hicieron un esfuerzo extraordinario para estar, cuando el equipo los necesitó. Hoy es menester tener una mirada integral sobre la gestión, no solo de las selecciones, sino de la institución madre y todas las patas de una mesa que parece estar renga.
Si bien hay que saber dar vuelta la página, sería un error mirar solo hacia adelante porque, hoy mas que nunca, es necesaria una mirada hacia atrás, analizar el recorrido. A veces las victorias terminan disfrazando o maquillando gestiones equívocas, porque el talento de los jugadores es nato, en parte gracias a los clubes formadores. Los mismos que hoy hacen malabares para seguir de pie.
Para evidenciar el presente de los clubes también hay que analizar las competencias nacionales, entendiendo que las mismas deben ser el motor, desde la Liga Nacional hasta los Federales. Una competencia local estructural, con los objetivos claros y un futuro predecible que fomente el caudal de jugadores y su desarrollo.
Hoy es difícil creer en una Liga Nacional donde no es claro quien, cuándo y cómo toma las decisiones. Un calendario frágil que se arma sobre la marcha, horarios ilógicos, partidos que se superponen y quedan en las sombras, una Liga Federal con cien equipos con fines mas recaudatorios que de desarrollo, estadísticas nulas o poco serias y muchas mas aristas que merecen una revisión.
“La Liga es un milagro” definió ORO, y cito al gran Osvaldo Ricardo Orcasitas porque, para León Najnudel, el sueño de la Liga no podía darse sin el acompañamiento del periodismo. Hoy dicha profesión parece estar en la mira de un rifle que le apunta al corazón. La Federación y el periodismo deben volver a trabajar de la mano, como creía León. La lucha de egos termina decantando en un deporte con cada vez menos exposición, donde los monopolios le dedican un parrafito en una columna, abajo a la derecha en sus últimas páginas, mientras los profesionales apasionados, los mismos locos de siempre, hacen lo imposible para reinventarse.
La derrota en Mar del Plata tiene que ser un disparador para volver a mirar mas allá del horizonte. Para barajar y dar de nuevo. Hay que idear un proyecto de selecciones sólido, lógico y sostenible a largo plazo. Unir todas las partes del engranaje de un motor que dejó de funcionar.
Hoy duele el tropiezo, como también dolió cuando Las Gigantes quedaron eliminadas del Panamericano por no tener las camisetas adecuadas. Sobran los diagnósticos de un paciente que sigue intentando mantenerse de pie.
Lo bueno del básquet es que, si bien hoy sonó la chicharra con derrota, mañana volverá a haber un salto inicial con la pelota en el aire. Ahora queda en todos nosotros ser inteligentes y determinados para transformar la crisis en una oportunidad.
En Diagonal al Aro desde 2021. Periodista Deportivo recibido de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Colaborador de la página de la Liga Nacional, Pick and roll. Nacido en Mar del Plata, viviendo en La Plata.