Ayer falleció una gloria del básquet platense, Ángel «Puchi» Aggouras, y desde Diagonal decidimos homenajearlo con una nota sobre sus recuerdos del Provincial de 1963 de Zárate, donde La Plata salió campeón con él en cancha.
|Por Emiliano Casalino/@emicasalino
Si hay algo que tiene el Club Náutico Ensenada además del básquet, es poder disfrutar momentos en familia o con amigos a orillas del Arroyo Doña Flora, con una hermosa vista, abundante vegetación y los veleros que son parte del paisaje. Llegamos al mismo tiempo y, luego de sentarnos y pedir un café, comenzó la charla con Ángel “Puchi” Aggouras, ex base sabalero y de las selecciones de La Plata y Buenos Aires. Entre muchas cosas nos contó cómo fue el campeonato ganado por la La Plata en el Provincial de 1963 en Zárate, con un desenlace inesperado: con invasión y disturbios.
“Estuve en la selección de la Provincia tres años seguidos, compitiendo en el Torneo Argentino de Mendoza, Salta y San Juan. Jugué en Náutico y, luego del Provincial de 1964, me iba a ir a Estudiantes porque me habían ofrecido plata. Pero la propuesta de Náutico fue mejor, con la diferencia que era para dirigir. Ahí dejé de practicar básquet con tan sólo 23 años. Tenía como meta llegar a la selección Argentina, pero al no poder decidí pasar a ser entrenador. Obviamente que era joven y tenía resto, pero me decidí por la conducción técnica. En la selección de La Plata, formé parte desde 1957, con 15 años en cadetes, hasta 1964 como jugador y como entrenador en 1973”, se introdujo Aggouras.
“Fui campeón con La Plata en 1962 y 1963. Al año siguiente nos ganó la final Bahía y de ahí ganó todos los provinciales hasta 1971. En 1972 La Plata le cortó la racha, ganándole la final acá. En 1973, como técnico de la selección, perdimos la final con ellos en Olavarría. Luego renunciaron los mejores jugadores que estaban en Gimnasia en ese momento y en la final Bahía nos mató. Tenían a Fruet, De Lizaso, Cabrera, Cortondo y la sangre en el ojo de haber perdido el año anterior la final con La Plata.»
No nos hicieron más de 100 puntos porque Cabrera era amigo mío y paraba el juego. Algunos compañeros lo puteaban”, rememoraba el “Puchi”.
¿Cómo recordás aquel equipo campeonato del ´63?
Ese equipo de La Plata era espectacular: el plantel estaba compuesto por Castilla, Benedetti, Bogetti, Melniko, Belvedere, Gutiérrez, Mario Disario, Santos Melluso, Vercillo, “Tete” Barreneche, Alberto “Pilín” Galliadi y yo. Como rival fuerte estaba Bahía Blanca, que tenía un jugador en crecimiento como “Beto” Cabrera, que ya empezaba a jugar de forma espectacular; después de nuestro título arrancó el dominio bahiense.
¿Quién era el que más se destacaba en un plantel lleno de figuras del básquet local y cómo era el juego de equipo?
“Tete” Barreneche, era para mí la gran figura del equipo. El resto éramos parejos; él se destacaba bajo el aro. En el juego del zonal para clasificar al Provincial, ante San Nicolás, Miguel Ángel “Bala” Ripullone, que era nuestro entrenador, quiso jugar al estilo de Náutico. Puso en la formación a Barreneche y Galliadi bajo el aro y a la media cancha del sabalero por ese entonces, conformada por los mellizos Disario y yo. Éramos muy rápidos, salíamos en tres calles y llegábamos sin problemas.Si no funcionaba, esperábamos a que lleguen los pívots. Jugábamos a correr, ganando siempre en número y nos conocíamos de memoria. No quedábamos uno contra cinco. Uno penetraba con el juego abierto, nunca con los dos pívots bajo el aro. Por eso era limpio el ataque y no nos chocábamos. No existía la penalización de faltas e ibas a línea solamente cuando estabas tirando. Luego ganamos el zonal, que erancuatro o cinco equipos y fuimos a jugarel Provincial a Zárate.
¿Los entrenamientos en esa época como eran?
Nosotros teníamos la práctica que tenía cada selección. La preparación física estaba a cargo del “Vasco” Alsogaray. Tratábamos de esquivarla, hacíamos las cosas a medias, mucho no nos gustaba. El rigor era la resistencia, no el físico. No éramos “grosos”, teníamos mucha velocidad. Como yo siempre digo, la pelota va más rápido que el hombre, y nosotros jugábamos a correr. Entrenábamos en la semana y practicábamos con la pelota que tenía arena adentro, para tener fortaleza en los brazos y tirar de media distancia.
¿Cómo fue el traslado a Zárate, la convivencia y el retorno luego del título?
Fuimos todos juntos en micro. Tardamos mucho por lo malo que era el vehículo, que era prestado porque no se ponía un peso y con asientos que te dejaban duro. Una anécdota graciosa fue cuando nos hospedamos en una pensión toda de madera. Los calefones se usaban con alcohol y nosotros nos queríamos ir. No teníamos baño privado en cada habitación, había sólo dos y tenías que esperar dos horas por lo menos para bañarte. Y Bahía todo lo contrario, tenían el mejor hotel de la zona.
El primer partido que nos tocó jugar, no queríamos hacerlo por lo mal que la estábamos pasando. Ripullone tampoco quería. Necesitábamos que nos cambien de hotel, pero la federación de Zárate, que era quien elegía el lugar, no quiso trasladarnos. Ganamos el primer juego y por cábala decidimos quedarnos… fue en el peor lugar que estuve como deportista.
En cuanto a la gente, fue mucha de La Plata a vernos, la gran mayoría en micros, y tampoco la pasaron bien y más después de la final, donde muchos la ligaron. El público ayudó a que el partido sea más apretado en el marcador, porque si los sacábamos de esa cancha le ganábamos por 20.
Hablando de lo sucedido en la final, ¿cómo fue el desarrollo del juego contra Zárate?
Fue terrible, teníamos que jugar en estadio y el partido se tuvo que pasar a otro, al aire libre. No sé si fue porque se inundó o por la cantidad de gente que había, porque era muchísima. La gente estaba casi adentro de la cancha, cuando sacabas de los laterales te pateaban, escupían y te tiraban monedas. Por los micrófonos alentaban al público. Los jueces no decían absolutamente nada. Estaba todo como para que Zárate ganara. Jugaban de locales, hacía 10 años que no ganaban el torneo (NdR: en 1953 habían derrotado a La Plata, en Tandil), en fin… “fuimos a la guerra”.
Nos habían cambiado la pelota. No estaba la americana en esa época y practicábamos con una Pinter. Nos pusieron una pelota que en esa época había quedado del gobierno de Perón. Era grandota y no entraba casi en el aro.
Estábamos arriba en el marcador y faltando dos minutos la gente invadió la cancha. Se suspendió el juego y entraron a tirar sillas plegables de metal. A “Tete” Barreneche lo golpearon en la pierna. Era una locura. Nos llevaron hacia un escenario que tenía el estadio, bajaron una cortina metálica para que la gente no se meta y logramos quedarnos encerrados allí. Nos dieron el partido por ganado y, luego de un rato largo, nos pudieron sacar. Pudimos salir sin problemas y, ahí sí, a festejar.Esto sucedió sólo con nosotros, cuando Zárate jugaba ante las otras selecciones no pasaba, ellos no pensaban que iban a llegar a la final. La final en sí era entre Bahía y nosotros, porque éramos los equipos más fuertes.
En ese momento me apunta hacia uno de los recortes, y me consulta por la clasificación final. La Plata había ganado los cinco partidos, segundo se encontraba Zárate con cuatro victorias y una derrota, y tercero Bahía Blanca con tres ganados y dos perdidos. Los demás puestos los completaban Tres Arroyos con dos triunfos y tres derrotas, Junín con una victoria y cuatro reveces y último Pergamino con cinco resultados desfavorables.
La charla continúo varios minutos más, pero ya con anécdotas de la selección de Buenos Aires, y distintas épocas del Club Náutico, hasta que fue el momento cúlmine de la entrevista, con la foto simbólica del recorte de La Plata Campeón, título que obtenía por octava vez en 23 años.
En Diagonal al Aro desde 2013. Licenciado en Comunicación Social con orientación en Periodismo en 2018. Técnico en Periodismo Deportivo recibido de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social en 2016. Jefe de Prensa de Unión Vecinal de La Plata desde 2015. Jefe de Prensa de la Federación de Básquetbol de la Provincia de Buenos Aires hasta 2021. Redactor en Básquet Plus desde 2021.